Artículo publicado en La Voz del Sur, 15/6/2019

¿Alguna vez han tratado de imaginar cómo debió de ser la conquista del Paraíso en pleno siglo XVI? ¿En alguna ocasión sintieron la curiosidad de saber cómo fueron aquellos hombres que se embarcaban hacia un destino incierto en lo que ahora conocemos como América, pero que ellos conocieron como las Indias españolas? Si resulta que sí, ahora tienen la ocasión de dejarse seducir por la historia de Diego Castellanos, uno de los protagonistas de aquellos sucesos inimaginables hasta entonces. La literatura también puede servir para eso. Sirve de hecho para eso; para abolir el tiempo y el espacio y dejarse guiar por las palabras de los que nos precedieron, pero también para adentrarse en la aventura e ir descubriendo de primera mano algunas verdades vivas que aún no ha logrado borrar el paso de los siglos.

Jesús Velasco practica en esta primera novela suya, Castellanos, a la mano del Paraíso, una literatura sin concesiones. Con singular fortuna, se mete en la piel de su protagonista y nos narra en primera persona las aventuras de un español de los de entonces, caballero de fortuna, comunero, navegante y conquistador, además de ahijado del célebre autor del Amadís de Gaula, Garci Rodríguez de Montalvo, y hombre de confianza de Bernal Díaz del Castillo e incluso del mismísimo Hernán Cortés. Pero, sobre todo, hombre de bien, amigo de sus amigos y testigo lúcido de los complejos avatares de una época en la que se cruzaron los límites de lo concebible.

Para lograr esa sensación de verdad que nos permite conocer la Historia en cada momento, la novela está escrita al modo de las clásicas memorias de probanza, en las que un personaje honorable hacía memoria de sus aventuras para reivindicarse a sí mismo y obtener la recompensa por sus hazañas. El héroe de la historia es Diego Castellanos, quien dirige su escrito y cuenta su caso al señor Gobernador de la Nueva Galicia, don Nuño Beltrán de Guzmán, quien fuera enemigo acérrimo de Hernán Cortés. Lo hace desde la prisión en la que se halla confinado, en un poblado de indios que están siendo cristianizados por Fray Nervando de Ortigosa, el humilde franciscano que le cuida y acompaña durante su cautiverio y, en mi opinión, uno de los grandes aciertos en un libro que abunda en personajes espléndidos, muchos de ellos rigurosamente históricos.

Fiel a la historiografía, pero sin olvido de una ficción perfectamente ejecutada, sorprende en esta novela el manejo de un lenguaje que imita de forma brillante el castellano claro y diáfano del siglo XVI, una época en la que todo el mundo escribía bien. Con un estilo renacentista, pero totalmente comprensible para el lector de hoy, logra desde las primeras páginas trasportarnos a un pasado en el que quedaron desdibujadas las fronteras entre civilización y barbarie. Como en toda narración verdaderamente honesta sobre el controvertido asunto del descubrimiento y la conquista de las Indias españolas, en la novela que ha escrito Jesús Velasco se nos da una visión realista de lo acaecido, con sus luces y sus sombras, sus desmedidas ambiciones y sus inevitables miserias.

De la mano de su protagonista, el lector atento asistirá sorprendido a multitud de aventuras y hazañas; las vividas por su protagonista desde su Medina del Campo natal, durante el levantamiento de las Comunidades de Castilla en tiempos del emperador Carlos V, hasta los descubrimientos y exploraciones en las costas de California, sin duda el paraíso al que alude el título de la novela, pasando por las guerras de Navarra y Flandes o las campañas de Cuba y Guatemala.

La destreza del autor puede con todo ese material y nos conduce hacia un final imprevisto que nos envuelve y nos atrapa. El poder de seducción de la historia que se nos cuenta es tan intenso que, ya desde las primeras páginas, queda olvidada la posibilidad misma de que Diego Castellanos sea solo un personaje de ficción creado por Jesús Velasco. Para el lector seducido por la historia que se nos cuenta, casi da igual si nunca existió. Otros muchos parecidos a él sí que existieron. En todo caso, merecía la pena inventarlo y conocer la historia de su vida, tan real.

Lean la novela. Se la recomiendo encarecidamente. Sin duda llegarán a comprender e imaginar cómo debió de ser la conquista del Paraíso en la Tierra.

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Imagen destacada: Landing of Columbus, de John Vanderlyn, 1847.

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