Página personal de Agustín Celis

Categoría: Perfiles Página 3 de 4

El abate Marchena. Retrato de un provocador

Abate Marchena

Detesto la expresión enfant terrible. Demasiadas veces se ha aplicado a individuos despreciables cuyo única vía para la notoriedad la encontramos en la egolatría desenfrenada, la histeria nerviosa o la capacidad blasfemadora. O bien a niños mimados cuyos dudosos méritos se esconden detrás del impudor y la falta de escrúpulos. O bien a poetastros cuya ingenuidad nunca reconocida les hace creer que unos versitos suyos pueden provocar los destrozos de una bomba nuclear. Niños terribles que patalean contra Dios y sus familias y el mundo cruel que no les comprende. En fin.

Y sin embargo, si no detestara yo tanto esta fórmula, diría que José Marchena, el tantas veces llamado abate Marchena, fue un enfant terrible en su época, aunque sé de sobra que este comentario repara más en la leyenda del personaje que en su propia condición.

Para quienes nunca hayan oído hablar del abate Marchena diré que se trata de uno de los personajes más apasionantes de la literatura española, uno de los más desconocidos y sin duda de los que más controversias han causado entre los curiosos que todavía se interesan por los papeles. El título de heterodoxo se lo dio Don Ramón Menéndez Pelayo, uno de sus primeros biógrafos y el culpable en buena medida de la imagen estereotipada que tantas veces se ha tenido del personaje. Y aún así esta imagen es tan atractiva, tan jugosa, tan de personaje de ficción que casi no merece la pena desvelar el misterio de su vida y seguir considerándolo un abanderado de la libertad total, un revolucionario histérico, un mixtificador lleno de talento y hasta un follador incansable.

Desde luego yo no pretendo en esta semblanza contar la verdad, sino hacer el retrato de la visión seguramente merecida de un heterodoxo, de un continuo provocador, de un personaje de vida accidentada, humanista cultísimo y probablemente el único español con algo de protagonismo en la Revolución Francesa. A quienes les interese de verdad el personaje y quieran conocer con todo lujo de detalles la biografía política e intelectual de José Marchena, les recomiendo el magnífico estudio de Juan Francisco Fuentes nombrado en la bibliografía. Ahí encontrarán un rastreo riguroso de su vida y una explicación coherente a las muchas contradicciones que hay en la peripecia vital del personaje.

Nació en la localidad de Utrera, provincia de Sevilla, en 1768, y murió en Madrid en 1821. Vivió por tanto esa época crítica de la historia de España en la que los intelectuales tenían que decantarse entre ser enfervorecidos españoles enemigos del poder y el influjo de los gabachos, o ser un afrancesado y sufrir el desprecio de sus compatriotas y la persecución bajo la acusación de traidor a la patria.

Ante esta disyuntiva se declaró en favor de las corrientes de libertad que venían de Francia, considerando que éste era el país más civilizado de Europa, amante de la revolución, y el que finalmente iba a instaurar un gobierno del pueblo que acabara por fin con el indeseable Antiguo Régimen. El abate Marchena consideraba en su juventud que el pueblo podría ser “el mejor de los amos”.

En España sufrió la persecución del Santo Oficio. Según el expediente inquisitorial abierto a Marchena, se le acusaba de propagar ideas no acordes con la moral establecida y por las “muchas proposiciones heréticas” que se podían rastrear en su obra.

En Madrid lanza un periódico independiente a la calle para expresar sus ideas libertarias y hacer la crítica a la intolerancia y el despotismo. Será El Observador, del que tan sólo consigue sacar seis números, y no son pocos si tenemos en cuenta la valentía de sus proposiciones. En él se declara independiente del lujo y el favor de los poderosos y critica las costumbres de los españoles y el estado bochornoso de nuestro teatro, divaga sobre el amor y los afectos y concluye que la razón última de todo sentimiento es la búsqueda del placer y la satisfacción personal, satiriza la intolerancia religiosa, los vicios de la universidad española y la actitud de los militares, y por último hace la burla jocosa del casticismo y la literatura escolástica. No deja títere con cabeza. Se ganó sobradamente la persecución y la censura, razón por la cual se exilió a Francia, buscando una libertad que tampoco allí encontró.

Retrato de un provocador

Repasando calificativos que puedan definir al abate, que por cierto no fue abate, ni clérigo ni diácono ni nada de eso, nos encontramos con los adjetivos revolucionario, girondino, humanista, pequeño, feo, alma ardiente y enérgica, estudiantón perdulario, medio loco, amante excepcional, exaltado y por ahí.

Según él mismo, era “un patriota puro y un esclarecido amigo de la libertad”. Otros lo describen como “jorobado, cuerpo torcido, nariz aguileña, patituerto, vivaracho de ojos aunque corto de vista, de mal color y peor semblante”. Parece cierto que debió de ser un hombre poco agraciado, realmente feo, escaso de cuerpo y no muy aseado. La célebre Madame de Staël lo describe como una “falta de ortografía de la naturaleza”, y Chateaubriand lo consideraba un “sabio inmundo y aborto lleno de ingenio”.

Nos ha llegado una nota de la  policía francesa de 1798 en el que se le describe como “muy pequeño de estatura, cara delgada y morena, color aceituna, los ojos vivos y el aspecto atrevido”. Así debió de ser realmente, lo que no impidió que tuviese numerosas amantes y una prodigiosa capacidad amatoria. Gregorio Marañón incide mucho en esta idea, y considera que la figura de Marchena “corresponde a cierta especie de enanos en los cuales la exigüidad de la talla tiene otras compensaciones anatómicas, que les permite extrañas victorias en la amorosa lid”. Pero esto es capítulo aparte.

En Francia sufrió la persecución de La Montaña durante los años del terror como declarado girondino que era, conoció la cárcel y, según reza la leyenda, llegó a enfrentarse con el mismísimo Robespierre en una carta desde la Conciergerie de París en que le decía “tirano, me has olvidado”, en claro desafío para que tomara también con él las medidas quirúrgicas y correctivas de moda en la época: guillotina y decapitación. Dicen también que tanto fascinó a Robespierre el gesto del abate que quiso tenerlo entre sus hombres. Pero es probable que pertenezca a la leyenda. Lo que sí es verdad, o al menos así lo cuenta Jean Baptiste Louvet en sus memorias, es que Marchena desafió en reiteradas ocasiones a Fouquier, el acusador público, en estos términos: “me está usted olvidando. Estoy aquí para que me guillotinen”.

Tras los años del terror nos encontramos con que la mirada de Marchena ha evolucionado. Sus obsesiones siguen siendo las mismas, su insistente lucha también.  Sigue en permanente estado de guardia contra la intolerancia, la superstición, el despotismo, el lujo y la guerra, pero ya no es aquél que creía que el pueblo podía ser el mejor amo.

La Revolución Francesaha mostrado su lado más pútrido, y el protagonismo adquirido por las capas populares lo decepcionan. Ahora el pueblo es “el vulgo vil”, “el pueblo envilecido”, “el pueblo malhadado”. Abandona un poco la agitación política y en los años siguientes se entrega a la reflexión teórica, la filosofía, las matemáticas y el estudio de la economía, hace la crítica de los abusos de la Revolución, publica otro periódico de corta vida, Le Spectateur Français, y se dedica a interpretar los fenómenos políticos y sociales.

Lo vemos durante varios años en Alemania como inspector de contribuciones tras la llegada al poder de Napoleón, donde se entrega además a una fecunda actividad literaria, y más tarde por fin en España, cumpliendo por completo el papel de afrancesado como funcionario en el ministerio de interior de José I. Son años de cierto reposo para nuestro hombre, vive holgadamente con un sueldo y una pensión dignas de un hombre de letras, colabora asiduamente en periódicos de la época y estrena su Polixena y su Hipócrita, dos obras de teatro que no han merecido mayores recuerdos. Y así llegamos a agosto de 1813, año en el que se ve obligado a un nuevo exilio tras la proclamación de las Cortes de Cádiz, la primera constitución española y la desbandada de los franceses.

Los últimos años

Los últimos años de su vida los vive en su segundo exilio francés hasta su regreso a España poco antes de morir. Son años como traductor e historiador de la literatura. En ellos escribe sus Lecciones de Filosofía moral y elocuencia, uno de los estudios más curiosos de literatura española que se han escrito, traduce a Voltaire y Rousseau y soporta la dura existencia del perdedor que se pasó la vida luchando por la instauración de un nuevo orden social que debía acabar por fin con la intolerancia, la superstición y el despotismo.

Sólo volvería a España en 1820 gracias a la amnistía otorgada a los exiliados políticos tras el levantamiento de Riego y el triunfo del liberalismo. Murió el 31 de enero de 1821.

Obras del abate Marchena


De Historias Curiosas, Agustín Celis Sánchez, Ed. Añil, Madrid, 2001

Entrevista a Lothar Bergmann

Lothar Bergmann

Me hablaron de Lothar Bergmann como del último romántico dentro de los estudios de arte rupestre y ya no pude sustraerme a la curiosidad. Quería conocerlo y por eso quedamos en un bar de Tarifa para charlar un rato sobre lo que él ha denominado Arte Sureño. Allí me encuentro con un señor ya entrado en los cincuenta, alto, alemán y con las ideas muy claras. Una vez se pasó por aquí, le gustó esto y se quedó. Así de simple. Nada más saludarlo me doy cuenta de que se mueve en un ámbito cercado por la discreción. Casi me exige que le tutee. Cuando le pregunto sobre él, me lo deja claro. Lo importante aquí no soy yo, sino las cuevas de la provincia con expresiones de arte rupestre.

Nos entendemos enseguida. Al grano, como debe ser. Sin figureos, que eso no sirve para la obtención de los objetivos marcados, que no son otros que la creación de una demanda social para la protección, conservación y transmisión de este patrimonio histórico. Para que no quede ninguna duda me lo dice rápido y sin preámbulos:  Existen más de 180 cuevas de arte rupestre, y todavía más de 170 siguen sin protección. Muchas de esas cuevas, varias docenas, fueron descubiertas por él.

Para la defensa y protección de ese patrimonio arqueológico fundó en 1999 la asociación AGEDPA, pero la historia comenzó varios años antes, cuando realizó para la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía trabajos de catalogación de yacimientos arqueológicos como miembro del equipo colaborador del Conjunto Arqueológico de Baelo Claudia. Desde entonces no ha parado en su empeño de dar a conocer la riqueza rupestre en la provincia de Cádiz, y para ello ha propuesto la inclusión del conjunto en la Listadel Patrimonio Mundial de la UNESCO, para completar de esta manera el “Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica”.

Lothar Bergmann es consejero de Honor del Instituto de Estudios Campogibraltareños y ha sido galardonado con numerosos premios por su labor de estudio y difusión de este patrimonio. Aún así, cuando le pregunto por los logros obtenidos en todos estos años de trabajo, se muestra desencantado y escéptico.

Mira, el problema aquí es que se trata de expresiones artísticas milenarias, muy vulnerables y en vías de desaparición. No sólo por la propia erosión natural, también y sobre todo por la acción del hombre. Desde que somos un país civilizado y la gente de la ciudad tiene coche y va de paseo al campo, nos encontramos con que excursionistas no controlados y que ignoran lo que allí hay, hacen pintadas encima del arte rupestre, destruyendo por capricho e ignorancia lo que la Naturaleza ha conservado durante milenios. En estos momentos urge que la administración proteja esas manifestaciones. Aquí se podría crear todo un ámbito cultural, hay sitios preciosos que la gente debería conocer, como la Cueva del Bacinete, por ejemplo, o la Cueva de Ardales o la de la Pileta, y donde habría que crear una oferta más dentro de los recursos turísticos encaminados a la visita guiada. Ni las instituciones oficiales ni los ciudadanos  se deberían  permitir el lujo de dejar que desaparezca estúpidamente. No te lo vas a creer, pero ahora mismo sólo están protegidas la cueva del Tajo de las Figuras, en Benalup; la cueva de la Laja Alta, en Jimena; la cueva del Moro, aquí en Tarifa; la cueva de las Bailadoras, la de Atlanterra y alguna más. Y eso es muy poca cosa en comparación con todo lo que aquí hay.

La Cueva del Moro

Háblame de la Cueva del Moro. Tengo entendido que tiene especial relevancia.

La Cueva del Moro fue el primer abrigo donde por primera vez se demostró la existencia de arte paleolítico en la provincia de Cádiz sin discusión ninguna. Había sospecha de esto en otras cuevas, pero allí, en la Cueva del Moro, por primera vez quedó claro. Y, por supuesto, debido a su antigüedad, aquello había que cuidarlo y protegerlo.

Tuviste incluso que hacer huelga para que te hicieran caso.

Incluso tuvo que actuar el Defensor del Pueblo. Hubo que llevar al parlamento andaluz la demanda, y aún así no la protegieron, y claro, tuve que sentarme dentro y decir que no me movía de allí hasta que no llegaran los materiales para cerrarla. Pocas veces se gana una lucha, pero ésa sí se ganó, por lo menos. Pero ten en cuenta que era la cueva más importante que teníamos en ese momento aquí en la provincia.

¿Qué supuso su descubrimiento?

La confirmación de la existencia del arte paleolítico más meridional de Europa. Nadie se esperaba algo así en la provincia de Cádiz. Si alguien hubiese buscado arte rupestre en el Norte de España, bueno, ahí ningún problema. En el norte de España y sur de Francia se conoce de sobra, pero aquí era impensable hasta entonces, y menos en un abrigo abierto, cuando este arte normalmente se encuentra en cuevas profundas. Y menos todavía en forma de caballo, porque hasta entonces las figuras de caballos en arte paleolítico era prácticamente desconocido.

¿Es cierto que debemos a la nicotina el descubrimiento de estos grabados?

(risas) Sí, sí. Me estaba fumando un cigarrillo cuando lo vi. No resulta fácil verlo. Es necesaria la entrada de luz desde un lateral de la cueva para verlo. Y sí, tal vez si no me hubiera fumado aquel cigarrillo en una esquina no lo hubiese visto y ahora podría estar destruido, puesto que la Cueva del Moro está ubicada en una zona muy atractiva para los escaladores. Cada uno llega y actúa a su modo, destruyendo un patrimonio muy vulnerable y para ellos totalmente invisible.

Lothar Bergmann en La cueva del moro

Defensa del Patrimonio

Se practica el grafittismo en las cuevas…

Muchísimo, y ése es el gran problema. La gente entra en una cueva y hace pintadas sin ni siquiera haber visto el arte rupestre. Esta gente que escribe allí sus nombres y se declaran su amor sobre la piedra en plan “Juan y Eva” y tonterías de ese estilo no han apreciado lo que allí hay.

¿Cuál es tu propuesta para solucionar este problema?

Nuestra meta es conseguir la inclusión del conjunto de arte rupestre de las provincias de Cádiz y Málaga en la lista del Patrimonio mundial de la Unesco, la ampliación de lo que se denomina “Arco Mediterráneo”. Porque entonces sí habría responsabilidades claras, entonces ningún político ni ningún gobierno podría negarse a su protección; ahí ya no habría excusas posibles”.

El Arco Mediterráneo

¿Cómo es que no se incluyó en 1998 a las provincias de Cádiz y Málaga en el “Arco Mediterráneo”?

Mira. El trabajo previo de hace treinta años lo hicieron los de Valencia, que querían incluir el Arte Levantino en el Patrimonio Mundial de la UNESCO. Pero fíjate, el arte rupestre de toda la zona no sólo es Arte Levantino. Existen manifestaciones prehistóricas realizadas en un periodo que duró casi 20.000 años. Hay manifestaciones de estilo naturalista, hay arte abstracto, hay arte esquemático, hay arte macroesquemático, y claro, si se los quiere incluir a todos, ya no se puede denominar sólo como Arte Levantino, por lo que lo llamaron “Arte rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica”, pero no lo incluyeron todo; hicieron como siempre, una chapuza, dejaron fuera a las provincias de Cádiz y Málaga, que como todo el mundo sabe también son mediterráneas.

¿Cómo se podría corregir este error?

Para que tuviese esperanza de éxito la ampliación del Arco Mediterráneo, la Junta de Andalucía tendría que elaborar un plan de actuación sobre este patrimonio; medidas de protección, conservación y difusión con presupuestos creíbles. Entonces sí. Mientras no haya esto, no hay posibilidad de éxito ninguno. Y por ahora, la administración no ha hecho demasiado en este sentido.

¿Y la postura de la UNESCO en todo esto?

Bueno, la UNESCO lo tiene claro. Primero es uno mismo el que debe proteger su patrimonio. Uno se tiene que mojar el culo para mantener lo suyo. Y una vez que esto es así, entonces sí, entonces la Unesco lo puede declarar patrimonio mundial de la humanidad. Por eso es indispensable la implicación de los políticos. Llevamos más de una década reivindicando su protección sin que nos hagan caso. Ahora tenemos algunas esperanzas puestas en la nueva delegada provincial de cultura, que sí ha mostrado interés hacia nuestra solicitud, pero sin duda ha recibido una herencia nefasta. Sus predecesores en el cargo no hicieron nada.

Conociendo cómo se pronuncia la Constitución sobre el patrimonio histórico, ¿no resulta una ironía que todas estas manifestaciones estén prácticamente abandonadas de la mano de la administración?

Por supuesto. La misma Constitución española se pronuncia en este sentido. Se trata de uno de los patrimonios más vulnerables que existen, y estamos obligados a protegerlo, conservarlo y transmitirlo a las futuras generaciones. La propia Constitución declara a todo lugar con manifestaciones de arte rupestre como bien de interés cultural. Es decir, que el ciudadano tiene el derecho de conocerlo y el Estado la obligación inexcusable de protegerlo y conservarlo.

Lothar Bergmann en una cueva del campo de Gibraltar

Arte Sureño

¿Qué interés suscita en los estudiosos las manifestaciones del Arte Sureño?

Este es un tema complejo. El poco estudio que se ha hecho del arte rupestre de aquí lo ha llevado a cabo la UNED de Madrid. Cada dos o tres años vienen a ver lo que hay para después sacar alguna publicación y ya está. Sin mayores implicaciones. Existe cierto acercamiento hacia el estudio de las expresiones rupestres de aquí, pero únicamente para obtener las subvenciones y para ampliar currículum; en cualquier caso para el enriquecimiento cultural de los estudiosos en cuestión, pero nunca con la finalidad de proteger, conservar y difundir este patrimonio.

¿Y la Universidad de Cádiz?

A nosotros nos gustaría que del estudio se encargara la Universidad de Cádiz, puesto que se trata de un patrimonio de la provincia, pero bueno, lo importante es su estudio. Que lo haga cualquier universidad, pero que se haga. Hay verdadera necesidad de una comisión de investigación. Hay que planificar intervenciones de conservación. Hay que crear toda una documentación fotográfica para futuros estudios. Hay que elaborar material didáctico, porque un patrimonio que no existe en los libros de texto, simplemente no existe. Queda por hacer estudios monográficos. Se ha hecho, por ejemplo, algo con Almoraima, y también con el Instituto de Estudios Campogibraltareños, pero estudios rigurosos, con pies y cabeza, de un modo científico y con una voluntad realmente divulgadora aún es una asignatura pendiente. Aquí hay trabajo para muchos años.

De todas formas, el CD que tú has creado con el título de Arte Sureño es una extensísima documentación. Es un comienzo importante, ¿no?

Sí, bueno, es la única documentación fotográfica que existe hoy por hoy. Queremos dar a conocer la riqueza paleolítica y postpaleolítica de la provincia y en ese sentido el CD es muy necesario. No sólo el CD, también nuestra página web, que me gustaría que nombraras. Es ésta: www.elestrecho.com/arte-sur. En este sentido, tenemos que agradecer a la empresa Cherrytel que nos ceda de modo gratuito el hospedaje en su dominio. Desde nuestra Asociación, AGEPDA, intentamos crear una demanda social y poco a poco lo vamos consiguiendo. Somos independientes, no recibimos subvenciones y por eso mantenemos nuestra independencia de cualquier político y de cualquier clase de política. El año pasado, por ejemplo, gracias a la financiación de la planta eólica Ecotecnia pudimos distribuir 900 CDs en otros tantos centros escolares de la provincia, con el permiso expreso de poder hacer copias para su difusión. Se van haciendo cosas. En el año 2000 me desplacé hasta el Parlamento Andaluz el día de la investidura del presidente y allí hice entrega de 109 copias del CD a todos y cada uno de nuestros representantes. No pueden decir que no conozcan esta problemática. Cualquier persona que se sienta interesada puede conseguir de modo gratuito nuestro CD desde la web. Hay que dar a conocer este patrimonio. Su conservación es lo más urgente. Hoy por hoy, mucho más que su estudio. Que no se te olvide incluirlo. Para nosotros, lo prioritario es la protección y conservación del patrimonio, que la administración se implique. Que se proteja, que se conserve, que no se pierda. Luego habrá cientos de años para poder estudiarlo.


Entrevista realizada en Tarifa en Julio de 2004


Recomendación Web: El arte rupestre del extremo sur de la Península Ibérica

El arte rupestre del extremo sur de la Península Ibérica


Eurovegas

Hace unos días, mi amiga Ángela Marcos me hizo llegar, a través de Facebook, la petición que ha creado para que no se instale el llamado Eurovegas en la Comunidad de Madrid. La carta dirigida a la presidenta Esperanza Aguirre dice así:

 “Estimada Presidenta de la Comunidad de Madrid:

Eurovegas es un negocio de casinos y prostitución cuyo propietario, Mr. Adelson, está inyectando millones de dólares en la campaña electoral contra Barack Obama para combatir su apoyo a la existencia de dos estados independientes para Israel y Palestina.

Aparte de consideraciones morales en cuanto a la naturaleza del negocio en sí, la instalación del complejo Eurovegas en territorio español pondría a España en una situación de peligro frente al mundo árabe, toda vez que se estaría apoyando abiertamente una actividad económica cuyos beneficios se emplean en atizar el conflicto árabe-israelí.

Atentamente”

Ignoro que opinarán ustedes sobre tan pútrido asunto, pero quizá no esté mal ir planteándose poner freno a las plataformas de lanzamiento y apoyo al crimen organizado. Yo he firmado la petición. No sé si servirá para algo, probablemente no. Pero como decía Julián Marías… por mí que no quede…

En cuanto a los vínculos de tales negocios con el Crimen Organizado a gran escala, y más concretamente con la llamada Cosa Nostra, tal vez no resulte ocioso recordar, a modo de curiosidad, al célebre fundador de la ciudad de Las Vegas.

______________________

EL ASESINATO DE BUGSY SIEGEL

Benjamín «Bugsy» Siegel

El 22 de diciembre de 1946 se celebró un importante encuentro mafioso en el Hotel Nacional de la Habana. A esa cumbre asistieron las más altas personalidades del crimen organizado. Lucky Luciano, Frank Costello, Tommy Lucchese, Joe Profaci, Vito Genovese, Joe Bonanno, Albert Anastasia, Willie Moretti, Joe Adonis, Tony Accardo, Santo Trafficante, Carlos Marcello, Longy Zwillman o Meyer Lansky fueron algunos de ellos. Se habían reunido para tratar tres cuestiones de máxima relevancia: el nombramiento de Charles Lucky Luciano como Capo di tutti Capi, la delicada situación en la que se había colocado Benjamín Bugsy Siegel y la devolución del dinero que su amante, Virginia Hill, le había robado al Sindicato.

Tres años antes, Benjamín Bugsy Siegel había tenido una idea realmente asombrosa, construir un hotel-casino en un desértico y poco frecuentado cruce de carreteras en el estado de Nevada. Para llevar a cabo su magno proyecto, Siegel acudió a su amigo Meyer Lansky, quien intercedió por él ante Lucky Luciano, que cumplía condena en la prisión de Great Medows. En aquel encuentro se aprobó la construcción del Hotel Flamingo, con un presupuesto inicial de un millón de dólares. La apuesta del Sindicato era importante y arriesgada, pero el negocio que se abría ante sus ojos parecía seguro, y Siegel, al fin y al cabo, era un amigo de la infancia.

Sin embargo, en diciembre de 1946, la situación de Bugsy Siegel era muy delicada. Las obras del Flamingo aún no habían finalizado y el presupuesto del futuro templo del juego había ascendido a seis millones de dólares. Lógicamente, Bugsy comenzó a recibir presiones. ¿Por qué no se ponía en marcha el Flamingo? ¿Dónde había ido a parar el dinero entregado por la Comisión?

En todo ese tiempo, por supuesto, Meyer Lansky había estado velando por los intereses económicos del Sindicato, de modo que cuando Bugsy comenzó a tener problemas económicos para sacar adelante su proyecto, Lansky inició una investigación que diera un poco de luz al turbio asunto que se estaba llevando a cabo en Las Vegas. Y claro está, no tardó en dar con las respuestas.

Meyer Lansky descubrió que la amante y consejera de Siegel, Virginia Hill, quien hacía las funciones de decoradora y vicepresidenta del hotel, había estado desviando importantes sumas del dinero destinado al Flamingo a una cuenta secreta en un banco de Suiza, a la vez que se compraba una importante propiedad en Lucerna, cerca de Zúrich.  Lo que no había conseguido descubrir Lansky es si esta estúpida estafa se había estado realizando con el conocimiento de Bugsy, o si, por el contrario, también él era una víctima de la ambición de su amante.

El actual Hotel Flamingo en Las Vegas

Sea como fuere, cuando el 22 de diciembre de 1946 Meyer Lansky tomó la palabra en el Hotel Nacional de la Habana para presentar ante la Comisión la situación de Bugsy Siegel, su conclusión fue expeditiva. Después de exponer el caso ante los allí presentes, afirmó:

“Benny es como mi hermano, mi mejor amigo, y no debemos olvidar que Benjamín Siegel ha sido uno de los mejores de nuestro negocio; pero cuando sus amigos, sus mejores amigos, ya no pueden confiar en él, lo mejor es decretar su sentencia de muerte”.

No obstante, Bugsy Siegel aún tendría una última oportunidad. Aunque su cabeza pendía de un hilo, la Comisión decidió esperar a ver qué ocurría con el Flamingo. La propuesta vino por parte de Tony Accardo, el Padrino de la familia de Chicago. Cabía la posibilidad de que Siegel sólo fuera un estúpido enamorado que se había dejado engañar por su amante. Si la apertura del Hotel-Casino ideado por Bugsy era un éxito sin precedentes como todo parecía indicar, su promotor tendría la oportunidad de devolver con intereses los fondos perdidos. Merecía la pena esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos.

Presionado por el Sindicato, Siegel decidió inaugurar su Hotel por todo lo alto el 26 de diciembre de ese mismo año, pero tampoco en esta ocasión tuvo suerte. Las circunstancias jugaron en su contra. Para ello había contratado los servicios de un numeroso elenco de estrellas que amenizaran la velada de los asistentes, entre los que se encontraban el actor George Raft, el músico Xavier Cugat y el showman George Ressel, que haría las veces de maestro de ceremonias. Sin embargo, una fuerte lluvia asoló aquella noche Las Vegas y ninguna de las estrellas se presentó al acto. Sólo veinte personas cruzaron las puertas del mayor templo del lujo de todo el estado de Nevada.

Tras este fracaso, Meyer Lansky le expuso en crudo la realidad a su amigo. Si no se aclaraba rápidamente la cuestión del dinero perdido, su situación se vería muy comprometida ante la Comisión. Consciente del peligro en que se hallaba, Bugsy le pidió a Lansky un poco más de tiempo, al menos unos meses para obtener beneficios. Como estos no llegaron, Lucky Luciano y Tony Accardo decidieron concederle el “contrato” definitivo a Benjamín Siegel. El torpedo al que se le encargó el trabajo fue Carmine Galante, quien llegaría con el tiempo a ser jefe de la familia Bonanno.

La noche del 20 de junio de 1947, Benny Siegel se encontraba sentado en un cómodo sofá de la mansión que su amante poseía en North Linden Driven en Beverly Hills, Los Ángeles. En aquel instante estaba hojeando un ejemplar del Times mientras se tomaba un whisky. Sería lo último que hiciera en vida. Una bala disparada por un rifle de calibre 30/30 impactó en su ojo izquierdo provocándole la muerte inmediata. Poco después, cuatro balas más se alojaron en su cuerpo. Moría así quien había sido un miembro histórico de Cosa Nostra.

«Bugsy» Siegel asesinado

Tras la muerte de Bugsy, y gracias a la gestión de tres de los hombres de Meyer Lansky, Gus Greenbaum, Moe Sedway y Morrie Rosen, el hotel-casino Flamingo de Siegel y la ciudad de Las Vegas, en el estado de Nevada, se convirtieron en uno de los mayores negocios de la Cosa Nostra.

En 1991, el director de cine Barry Levinson llevó a la pantalla la vida de Siegel en la película Bugsy, en la que Warren Beatty encarnó al célebre gángster.

_______________________

Texto publicado en La Historia del Crimen Organizado, Agustín Celis Sánchez, Ed. Libsa, Madrid, 2009.

_______________________

Falcone, 20 años

Ayer se cumplieron 20 años del brutal asesinato del juez Giovanni Falcone, probablemente el máximo rival con el que se topó la llamada Cosa Nostra siciliana durante las últimas décadas del siglo XX. Hoy me he dedicado a leer lo que sobre él se ha escrito en la prensa de los últimos días y me alegra saber que se le continúa considerando un referente ético en medio de la confusión. En una época en la que el sistema judicial de las democracias occidentales ha caído en el mayor de los descréditos, pienso que el caso de hombres como Falcone constituye un ejemplo a tener en cuenta para seguir confiando en el imperio de la Ley. De modo que, con esta página y este antiguo escrito, me apetece sumarme al homenaje que justamente se le viene rindiendo estos días.

 * * *

 GIOVANNI  FALCONE. UN JUEZ CONTRA LA MAFIA

 Antes de hablar del papel protagonista que el juez Giovanni Falcone tuvo en la lucha contra la Mafia siciliana debemos aclarar una cuestión de capital importancia. Si hoy por hoy podemos reseñar los éxitos de una serie de jueces italianos que prácticamente han acabado con el sistema criminal de la Cosa Nostra, ello se debe al original planteamiento con el que se enfrentaron al fenómeno mafioso, no sin antes superar numerosas dificultades aun con riesgo de perder la vida en el intento, tal y como ocurrió con Chinnici, Scopelliti, Saetta, Falcone, Borsellino y tantos otros. Y es que por primera vez en la historia de la lucha contra la criminalidad organizada, una serie de jueces,  pero sobre todo los magistrados que formaban el grupo Antimafia de la Fiscalía de Palermo, fueron conscientes de que para desarticular el entramado criminal con el que se enfrentaban había que coordinar todas los esfuerzos en una empresa de mayor enjundia, y que pasaba por imponer la ley a todo el complejo y podrido sistema de poder italiano en el que la criminalidad de la Cosa Nostra constituía sólo una parte. Sin duda fue el juez Rocco Chinnici el primero en advertir la necesidad de un nuevo planteamiento, pero debido a su asesinato en 1983, fue su sucesor en el cargo, el juez Antonino Caponnetto, quien formó el “consorcio” de jueces especializados en la lucha contra la mafia, coordinados entre sí con el propósito de compartir toda la información. Este “pool antimafia” estuvo constituido por Giovanni Falcone, Paolo Borsellino, Giuseppe Di Lello y Leonardo Guarnotta, a los que se unirían los magistrados Giuseppe Ayala y Giacomo Conte. Muchos años después, y tras algunos fracasos y no pocas intrigas de pasillo, se sumarían en la lucha contra la Mafia, con felices resultados, los jueces Guido Lo Forte, Roberto Scarpinato, Antonella Consiglio, Alfredo Montalto, Teresa Principato y muchos otros, hasta llegar a la última fase dirigida por Gian Carlo Caselli, el juez que envío al Senado la solicitud, en marzo de 1993, para proceder contra Giulio Andreotti por supuesta asociación mafiosa, y el responsable de las detenciones de los últimos grandes capos de la Cosa Nostra. Que una personalidad tan relevante en la vida política italiana como Giulio Andreotti fuera juzgado por sus coqueteos con la Mafia constituye la principal prueba de que la iniciativa emprendida por estos jueces no se limitaba únicamente a reprimir la criminalidad, tal y como se había venido haciendo durante más de un siglo, sino que su propósito era sentar en el banquillo a todo el sistema político mafioso.

Giovanni Falcone y Paolo Borsellino

Sólo teniendo en cuenta este original planteamiento, se puede entender las dificultades que debieron superar los jueces antimafia hasta culminar su proyecto. Y así las cosas, resulta imposible escribir el perfil de Giovanni Falcone sin repasar también todas esas dificultades.

En el tramo de tiempo comprendido desde que Giovanni Falcone llega al Palacio de Justicia en 1978 hasta su muerte en 1992, hay varios acontecimientos que van a marcar un antes y un después no sólo en la lucha contra la mafia, sino también en la propia concepción que de la mafia tenía la sociedad civil, pero sobre todo los jueces que se enfrentaban con ella.

Ya hemos nombrado la importancia que tiene el año 1983 con la creación del “pool antimafia” por iniciativa del juez Caponnetto. Por primera vez en la historia se instituía un organismo destinado a crear un mapa completo en el que contemplar el mundo de la mafia, un proyecto que en aquella época resultaba ambiciosísimo, pues para llevarlo a buen puerto no bastaba con reprimir la criminalidad, sino que había que golpear en el corazón de la Mafia, agrietando aquello que constituye su razón de ser y que la diferencia de otras organizaciones criminales, el rígido código de la omertà, la ley del silencio, el muro que se alza entre el universo ilegal de la Cosa Nostra y el universo legal del resto de la sociedad.

Sin duda ninguna esa fue la gran obra maestra de Giovanni Falcone. Con toda probabilidad, fue su conocimiento de la realidad siciliana lo que le hizo atisbar que había llegado el momento de intentar romper la omertà, pues la guerra que acababa de librar la mafia por causa de los corleoneses había dejado los suficientes espacios abiertos por los que poder penetrar en los secretos del sistema mafioso.

Sólo un año después de la creación del consorcio antimafia, el 29 de septiembre de 1984, Antonino Caponneto dio una rueda de prensa para informar de que el mafioso Tommaso Buscetta había accedido a hablar con el juez Giovanni Falcone. En el transcurso de aquellas conversaciones entre dos hombres de mundos paralelos, Tommaso Buscetta se revelaría como un auténtico torrente de relevaciones que abrió el primer gran agujero en el muro de la omertà. Con posterioridad, un número creciente de hombres de honor se declararon arrepentidos y comenzaron a colaborar con la justicia, proporcionando los datos necesarios para instruir el gran proceso a la mafia de 1986.

El llamado maxiproceso se inició el 10 de febrero de 1986 en la cárcel de Ucciardone, en una sala búnquer creada  para tal fin, y estuvo presidido por el juez Alfonso Giordano, con Giuseppe Ayala y Domenico Signorino como fiscales. Durante los casi dos años que duró el proceso, cientos de mafiosos fueron sentados en el banquillo, y cuando por fin se anunció la sentencia el 16 de diciembre de 1987, se impusieron 28 cadenas perpetuas y miles de años de cárcel para más de 300 imputados, aunque también 114 mafiosos fueron absueltos por falta de pruebas, entre ellos algunos de los más famosos criminales, como Luciano Liggio.

Sea como fuere, el macrojuicio a la Mafia se vivió como un gran logro de la antimafia, y durante un tiempo pareció que renacía la adormecida sociedad civil italiana. Durante esos años hubo innumerables manifestaciones contra la Cosa Nostra, en las escuelas públicas se abrían debates sobre la mafia, existía una creciente voluntad de saber y entender qué era por fin eso de la mafiosidad siciliana, incluso en Palermo parecía que empezaban a cambiar las cosas; en 1985 se había alzado con la alcaldía Leoluca Orlando, un abierto adversario de la Mafia que hizo que el ayuntamiento de la ciudad estuviese representado como acusación particular en el macrojuicio.

Sin embargo, no todo fueron elogios y parabienes. A la vez que despertaba la sociedad civil, se fue creando también una corriente de escépticos y detractores del macrojuicio y de los jueces antimafia. El propio Giovanni Falcone y su compañero Paolo Borsellino fueron dos de los más castigados por esta nueva corriente crítica. A Borsellino se le llegó a acusar de arribista, y sobre el juez Falcone pesó la acusación de que alrededor de su figura se había iniciado un “culto a la personalidad” que en nada favorecía la lucha contra la criminalidad.

Sorprendentemente, los años que siguieron al maxiproceso fueron de una gran incertidumbre. De repente pareció que todo el edificio construido por el pool antimafia se venía abajo. El juez Caponnetto, al que ya en 1983 sólo le faltaban dos meses para jubilarse, decidió que había llegado la hora de su retiro. Abandonó su puesto como jefe de la oficina de instrucción en el Palacio de Justicia y regresó a su Florencia natal. Todo parecía indicar que Giovanni Falcone sería su sucesor, pero increíblemente el elegido fue Antonino Meli, un juez ajeno a la lucha contra la mafia que en los años que siguieron, sin duda por ignorancia y no por connivencia con la Cosa Nostra, prácticamente acabó con el proyecto iniciado por Chinnici y Caponneto. Para terminar de rematar la faena, desde su puesto de presidente del Tribunal de Casación, el juez Corrado Carnevale, esta vez sí en completa connivencia con la Mafia, se dedicó a absolver a los mafiosos en el proceso de las apelaciones, alegando defectos técnicos. Como él mismo diría en más de una ocasión, quizá aplicaba la ley de una manera excesivamente puntillosa. Por ese motivo ha pasado a la historia como “el Matasentencias”.

De modo muy significativo, el juez Paolo Borsellino acertó de pleno en su diagnóstico cuando se atrevió a hacer pública su preocupación por lo que estaba ocurriendo: “Tengo la desagradable sensación”, dijo,  “de que alguien desea que el reloj ande hacia atrás”.

Sin duda los dos últimos años de la década de 1980 fueron años muy críticos para Giovanni Falcone. De repente se había convertido en un personaje vulnerable, tal y como él mismo llegaría a confesarle a algunos de sus amigos. El problema no radicaba en que hubiera sido humillado y arrinconado en el Palacio de Justicia, sino en el hecho de que la Cosa Nostra, al advertir que el Estado no respaldaba las iniciativas de Falcone, tenía la vía libre para acabar con su vida. Y efectivamente, como luego han declarado algunos pentiti, la Mafia de Totò Riina barajó distintas posibilidades para eliminar de la partida de juego a un adversario tan peligroso como Falcone. Una de estas posibilidades, que no llegó a materializarse, consistía en utilizar a un hombre-bomba tal y como hacía el terrorismo islámico. Incluso disponían del candidato, el padre de un mafioso gravemente enfermo de cáncer. La idea pasaba por crear la situación para que el anciano, cargado de tritol, pudiera acercarse a Falcone y abrazarlo, momento que aprovecharían para que los dos saltaran por los aires en  pedazos. Pero finalmente este plan fue desechado. Sin embargo, en 1989 sí hubo una intentona que acabó en fracaso. El atentado fue confiado a Antonino Madonia, que utilizó una bolsa de deporte llena de explosivos que dejó junto a un chalet que Falcone y su esposa habían alquilado para pasar unas breves vacaciones en la playa. Por fortuna, la bolsa, colocada entre unas piedras, despertó los recelos de Falcone y todo quedó en nada. En esta ocasión, Giovanni Falcone llegaría a declarar abiertamente su sospecha de que había políticos implicados en la planificación de aquel atentado.

No obstante, las cosas cambiarían radicalmente en 1991. Aquel año, el nuevo ministro de Justicia le hizo a Falcone una oferta que no pudo rechazar. Le propuso ocupar el cargo de director de Asuntos Penales en el ministerio de Justicia, lo que significaba disponer de plenos poderes desde Roma para coordinar la lucha contra el crimen organizado en todo el país. Y es a partir de entonces cuando comienzan a sucederse los grandes logros en la lucha contra la Mafia, con el definitivo apoyo por parte del Estado italiano, que por primera vez en toda su historia se situó abiertamente en el lado de la Antimafia. Entre esos logros se encuentra la creación de dos organismos fundamentales de la lucha contra el crimen organizado; la Dirección de Investigación Antimafia (DIA) y la Dirección Nacional Antimafia (DNA). Pero también en el campo judicial se impuso el sentido común y finalmente se apartó al juez Carnevale, más conocido como “el Matasentencias”, de la dirección del Tribunal de Casación. Como consecuencia de esta fundamental maniobra, el 31 de enero de 1992, la Corte de Casación revocaría el veredicto del Tribunal de Apelación sobre el macrojuicio y muchos de los condenados que habían sido absueltos regresaron a prisión.

Eso sí, con estas medidas Giovanni Falcone se convirtió definitivamente en el objetivo número uno de la Cosa Nostra de Totò Riina, que estaba empeñado en acabar con su vida. Ocurrió poco antes de las seis de la tarde del 23 de mayo de 1992 en un tramo de la autopista que une el aeropuerto de Punta Raisi con Palermo, justo antes del desvío a la población de Capaci, hacia donde se dirigía para pasar unos días de descanso con su esposa. Cuatrocientos kilos de tritol fueron colocados en unas tuberías de desagüe situadas bajo el asfalto y accionados con un detonador a distancia al paso del convoy en el que iba el juez Falcone. A consecuencia de la explosión murieron cinco personas: Giovanni Falcone; su esposa, la también magistrada Francesca Morvillo; y tres miembros de su escolta, los agentes Rocco Di Cillo, Antonio Montinari y Vito Schifani.

Cinco años más tarde, el 26 de septiembre de 1997, la Sala de lo Penal de Caltanisetta condenaría a los implicados en la matanza imponiendo 24 cadenas perpetuas; entre ellas las de Totò Riina, Pietro Aglieri, Bernardo Brusca, Leoluca Bagarella y Filippo Graviano. A Giovanni Brusca, que fue quien accionó el detonador, le cayeron tan sólo 26 años de cárcel porque se había prestado a colaborar con la justicia.

* * *

En 1999 la historia del juez Falcone fue llevada al cine con Chazz Palminteri como Falcone y F. Murray Abraham en el papel de Tommaso Buscetta. La película, dirigida por Ricky Tognazzi, tiene un título sugerente: Excellent cadavers, aunque en España se le cambió por otro mucho más explícito: Falcone: un juez contra la Mafia.

* * *

En el año 2004 el mundo de la justicia italiana se vio sacudido por el escándalo al saberse que Giovanni Brusca, el asesino de Falcone y de más de cien personas, estaba disfrutando de beneficios penitenciarios por su colaboración con la justicia tras declararse arrepentido. La hermana del magistrado asesinado elevó una protesta ante las autoridades judiciales italianas y calificó la medida de “decisión indecente”.

* * *

“El crimen organizado no puede combatirse desorganizadamente”

Giovanni Falcone

* * *

“Cualquiera que se tome en serio su trabajo acaba asesinado antes o después”

Antonino Ninni Cassarà, oficial de la brigada móvil y amigo personal de Falcone, asesinado por la mafia el 5 de agosto de 1985.

__________________________

Texto publicado en La Historia del Crimen Organizado, Agustín Celis Sánchez, Ed. Libsa, Madrid, 2009.

__________________________

Recomendación:

Cosas de la Cosa Nostra, de Giovanni Falcone, Carola Moreno, Marcelle Padovani y Miquel Izquierdo

Miguel de Unamuno, de José Gutiérrez Solana, 1936

Sobre el papel de los intelectuales


“¡Estoy desesperado! Desesperado por lo que está ocurriendo en España. Se lucha, se matan unos a otros, queman iglesias, celebran ceremonias, ondean las banderas rojas y los estandartes de Cristo. ¿Cree usted que esto ocurre porque los españoles  tienen fe, porque la mitad de ellos cree en la religión de Cristo y la otra mitad en la de Lenin? No, en absoluto. Escuche y ponga atención a lo que voy a decirle. Todo lo que está ocurriendo en España es porque los españoles no creen en nada, están desesperados y actúan con salvaje rabia… El pueblo español se ha vuelto loco. El pueblo español y el mundo entero.”

Son palabras de don Miguel de Unamuno, y las pongo encabezando esta entrada porque considero que explican muy bien lo que fue la Guerra Civil Española en opinión de uno de sus intelectuales más respetables. También son palabras de don Miguel las siguientes:

 “Entre los hunos y los hotros están descuartizando a España”.

 Evidentemente, no se trata de errores ortográficos. Al hablar de los “hunos” frente a los “hotros”, Unamuno dejaba claro lo que le parecían las actuaciones de los dos bandos enfrentados, los unos y los otros. Y también son de Unamuno estas otras:

 “He llorado porque una tragedia ha caído sobre mi patria. España se enrojece y corre la sangre. ¿Sabe usted lo que esto significa? Significa que en cada hogar español hay dolor y angustia. Y yo, que creía trabajar para el bien de mi pueblo, yo también soy responsable de esta catástrofe. Fui uno de aquellos que deseaba salvar la humanidad sin conocer al hombre”.

Todas estas palabras, y otras muchas parecidas, fueron escritas en los últimos meses de la vida de Unamuno, que murió el 31 de diciembre de 1936. Y, sin embargo, como es inevitable, la manipulación sobre la guerra que han realizado tantos historiadores durante los últimos setenta años ha difundido el bulo de que Unamuno estuvo adscrito ideológicamente a uno u otro bando, según el signo político de quien escribe y miente. Y luego justifican la ficción inventada recurriendo a las evidentes contradicciones vitales del célebre pensador, que llegó a confesarse a sí mismo esto:

 “Yo también soy responsable de esta catástrofe”.

Creo que resulta inevitable hacerse la siguiente pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué se sentía Unamuno responsable de una salvajada como la guerra civil? Muy sencillo.

Unamuno era muy consciente de su papel de influyente intelectual en la vida política del país. A pesar de lo que muchos puedan creer para mantener limpias sus conciencias, la actuación de los intelectuales en la sociedad no es nada inocente. No son simples comparsas. Y con frecuencia son los responsables de los acontecimientos que acaban provocando los conflictos criminales.

De hecho, son los intelectuales quienes crean el clima asfixiante que los hace posible. En buena medida son ellos, su patético entusiasmo, su insano fervor y su proverbial incapacidad para mantenerse al margen, quienes propician el ambiente irrespirable que acaba creando los conflictos sociales, que en ningún caso son frutos del azar. Ocurrió en los años treinta del siglo XX y ocurre también hoy. Por este motivo, creo que empieza a resultar urgente mantenerse alerta ante sus opiniones.

Confieso no sentir la menor simpatía hacia los creadores de opinión, a quienes en tantas ocasiones veo como chuscos salvadores en posesión de verdades fanáticas, como profetas que elevan su voz para mostrarnos el camino a seguir, como propagandistas inveterados que minan la cohesión social en busca siempre de su medro personal, en su imparable escalada hacia la cumbre de los éxitos, como entusiastas ideólogos de un nuevo orden que ha de purificarnos, y, finalmente, como sumos sacerdotes que, cuando todo ha pasado, improvisan nuevos credos.

Basta con encender la radio y la televisión, acudir a las redes sociales, o abrir las páginas de un periódico, para que nos encontremos al típico salvapatrias sin escrúpulos que le hace el juego, le abre el camino o le allana el poder al político de turno a la espera de las prebendas y el reparto del pastel al que nos tienen acostumbrados.

A menudo, el intelectual es el creador de opinión, el domador de multitudes, el encargado de prender la llama de los entusiasmos, quien actúa en la sombra carcomiendo el sentido común hasta alcanzar la histeria, la epilepsia de la que nacen las ideologías, las doctrinas, los partidismos que, a poco que se les deje actuar sin control, derivan en farsas sangrientas. Y cuando esto ocurre finalmente, el intelectual es el incendiario propagandista que instiga a las masas para que luchen por la causa que ellos propiciaron e hicieron posible.

De repente, digámoslo así, de repente, se quita la careta de pensador responsable y vemos su verdadero rostro de ideólogo, de fanático, de energúmeno que quiere que todos compartan su histeria, imponerla cueste lo que cueste, hasta llegar a la supresión de quienes considera sus oponentes, pues no va a permitir que nadie actúe del otro lado de lo que él considera la verdad, lo correcto, lo decente, lo justo, lo adecuado, lo que conviene a todos.

Quizá en sus últimos meses de vida, con la guerra ya iniciada, cuando ya se veía por dónde iban a ir los tiros, Unamuno fue consciente o se dio cuenta de la fatal actuación que los intelectuales habían tenido e iban a tener de ahí en adelante:

“Fui uno de aquellos que deseaba salvar la humanidad sin conocer al hombre”.

Al menos en su caso, este reconocimiento del error lo dignifica, nos lo hace simpático. Nunca fue un arrebatado entusiasta. Toda su vida mantuvo una postura de heterodoxo total. Su actuación intelectual la mantuvo siempre frente al poder, lo que nos lleva inevitablemente a recordar la clásica distinción entre lo que se ha denominado “intelectual orgánico”  frente a “intelectual inorgánico”.

La diferencia que hay entre uno y otro es simple y fácil de entender. El intelectual orgánico es aquel que se pone al servicio de una determinada ideología, manteniendo un compromiso político con ella. No siempre es un hombre de partido, pero siempre es partidista.

El inorgánico, en cambio, es el que mantiene su compromiso solo con la inteligencia. Su compromiso es intelectual, no político, y por tanto se verá siempre enfrentado al poder, sea este del signo que sea. Pero frente al poder, cuidado, no contra el poder.

Y claro, esta postura, que es la más controvertida, lleva a frecuentes malentendidos, porque el intelectual inorgánico no es un individuo explosivo que no acepta el orden social impuesto. De hecho, la política le tienta. Él sabe que la política es una actividad inseparable del ser humano.

El intelectual inorgánico es más bien la mosca cojonera que asume lo que hay pero se entretiene en buscar los errores y ponerlos al descubierto. Es el incómodo personaje que no se casa con nadie, que no duerme en cama ajena, y que, por tanto, puede reconocer los méritos que hay en todos, pero también señalar los peligros que les acechan, y también poner sobre el tapete los abusos, la corrupción y los excesos a los que tiende inevitablemente toda forma de poder.

Muchas veces se ha confundido con el neutral, o con el equidistante, el que no toma partido, y no es eso, por supuesto. También se le ha confundido erróneamente con el chaquetero, porque el intelectual inorgánico, que suele ser un hombre prudente nada fanatizado, puede llegar a elogiar, siempre al principio, diversas causas políticas de signo muy distinto, pero nunca por mucho tiempo, ya que su propia lucidez o el transcurrir de los acontecimientos acabarán por desengañarlo, y aquella primicia que le pareció honrosa terminará por parecerle una abominación.

La postura de Unamuno como intelectual inorgánico era la “alterutralidad”, palabrón retórico que él mismo se encargó de explicar magistralmente, distinguiéndola de la “neutralidad”, con estas palabras:

“mi posición es de “alterutralidad”. Que si de neutralidad –de neuter, neutro, ni uno ni otro– es la posición del que se está en medio de dos extremos –supuestos los dos–, sin pronunciarse por ninguno de ellos, de “alterutralidad” –de alteruter, uno y otro– es la posición del que se está en medio, en el centro, uniendo y no separando –y hasta confundiendo– a ambos”.

Y, sin duda, debido a esta postura tan disidente, a lo largo de estos setenta años en que se viene glosando, con mayor o menor fortuna, lo ocurrido en la Guerra Civil, algunos historiadores mal informados han querido ver a Unamuno como adepto al bando nacional, primero, y como traidor a él, después, acercando posiciones al bando contrario. Y no es eso. No es eso.

Más de setenta años después, Unamuno continúa confundiéndolos a casi todos. Por fortuna, hay honrosas excepciones.

Y es que el problema con el que se encuentra la historiografía sobre la Guerra Civil, con el complejo añadido, en los últimos años, de la tan traída y llevada memoria histórica, es este:

En España sigue habiendo una auténtica carencia de intelectuales inorgánicos que sean capaces de ver más allá del entusiasmo de los unos y los otros.

Aquí nos va demasiado el dogma, los partidismos, las ideologías, las historietas esquematizadas que pintan la realidad solo en blanco y negro, cuando debieran recrearla con todo el colorido que entraña su complejidad.

Nos chiflan las posturas maniqueas. Por desgracia, antes, durante y después de la Guerra Civil, abundaron los intelectuales orgánicos.

También hoy son legión, en sus dos arrastradas vertientes intercambiables: o comprometidos políticamente con el gobierno, el que sea, o con la paciente oposición que termina desbancando al adversario y ocupando por un tiempo el ansiado poder.  Una y otra vez y vuelta a empezar. Y así nos va, claro.


Imagen destacada: Miguel de Unamuno, de José Gutiérrez Solana, 1936



Página 3 de 4

Funciona con WordPress & Tema de Anders Norén

error: Content is protected !!