La Memoria, de René Magritte, 1947) - Me acuerdo

La Memoria, de René Magritte, 1947


El arte de conservar la Memoria

Me acuerdo del caserón medio derruido y habitado por fantasmas que había en La Marquesa, aquella misteriosa finca a la que solo se podía acceder cruzando la carretera que mi madre me tenía prohibido cruzar.

Me acuerdo de las mañanas de verano en las que mis primos y yo íbamos  a mariscar en la Jara, Sanlúcar.

Me acuerdo del día en el que un fuerte balonazo en la cara me hizo cogerle miedo a jugar al fútbol.

Me acuerdo de la primera vez que crucé las puertas de la Biblioteca Nacional, hace ahora 12 años, y de la extraña escena que allí viví, digna de un relato de Kafka, y que durante varios minutos de confusión extrema me hizo comprender que en cualquier momento uno puede dejar de ser quien es para convertirse en lo que los otros están empeñados en creer que eres.

Me acuerdo de mi amigo Melero.

Me acuerdo, con cierta penitencia sentimentaloide, y hasta cierto grado de remordimiento, del Patacorcho y de la Vieja de los palillos.

Me acuerdo del Seat 124 marrón oscuro que tenía mi padre, y de su matrícula: CA-0628-B.

Me acuerdo del miedo instintivo y animal que despertaban en mí las mantis religiosas que tanto frecuentaban el barrio en el que yo vivía. Luego no las he vuelto a ver más.

Me acuerdo de los dedos amarillos de nicotina de mi tío Manolo, y de cómo mi madre nos despertaba a mis hermanos y a mí en aquellos sábados remotos en los que él venía a visitarnos cargado de chucherías.

Me acuerdo, a menudo, de los ausentes.

No me acuerdo del primer beso, pero sí de la primera caricia.