Hace unos días, mi amiga Ángela Marcos me hizo llegar, a través de Facebook, la petición que ha creado para que no se instale el llamado Eurovegas en la Comunidad de Madrid. La carta dirigida a la presidenta Esperanza Aguirre dice así:

 “Estimada Presidenta de la Comunidad de Madrid:

Eurovegas es un negocio de casinos y prostitución cuyo propietario, Mr. Adelson, está inyectando millones de dólares en la campaña electoral contra Barack Obama para combatir su apoyo a la existencia de dos estados independientes para Israel y Palestina.

Aparte de consideraciones morales en cuanto a la naturaleza del negocio en sí, la instalación del complejo Eurovegas en territorio español pondría a España en una situación de peligro frente al mundo árabe, toda vez que se estaría apoyando abiertamente una actividad económica cuyos beneficios se emplean en atizar el conflicto árabe-israelí.

Atentamente”

Ignoro que opinarán ustedes sobre tan pútrido asunto, pero quizá no esté mal ir planteándose poner freno a las plataformas de lanzamiento y apoyo al crimen organizado. Yo he firmado la petición. No sé si servirá para algo, probablemente no. Pero como decía Julián Marías… por mí que no quede…

En cuanto a los vínculos de tales negocios con el Crimen Organizado a gran escala, y más concretamente con la llamada Cosa Nostra, tal vez no resulte ocioso recordar, a modo de curiosidad, al célebre fundador de la ciudad de Las Vegas.

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EL ASESINATO DE BUGSY SIEGEL

Benjamín «Bugsy» Siegel

El 22 de diciembre de 1946 se celebró un importante encuentro mafioso en el Hotel Nacional de la Habana. A esa cumbre asistieron las más altas personalidades del crimen organizado. Lucky Luciano, Frank Costello, Tommy Lucchese, Joe Profaci, Vito Genovese, Joe Bonanno, Albert Anastasia, Willie Moretti, Joe Adonis, Tony Accardo, Santo Trafficante, Carlos Marcello, Longy Zwillman o Meyer Lansky fueron algunos de ellos. Se habían reunido para tratar tres cuestiones de máxima relevancia: el nombramiento de Charles Lucky Luciano como Capo di tutti Capi, la delicada situación en la que se había colocado Benjamín Bugsy Siegel y la devolución del dinero que su amante, Virginia Hill, le había robado al Sindicato.

Tres años antes, Benjamín Bugsy Siegel había tenido una idea realmente asombrosa, construir un hotel-casino en un desértico y poco frecuentado cruce de carreteras en el estado de Nevada. Para llevar a cabo su magno proyecto, Siegel acudió a su amigo Meyer Lansky, quien intercedió por él ante Lucky Luciano, que cumplía condena en la prisión de Great Medows. En aquel encuentro se aprobó la construcción del Hotel Flamingo, con un presupuesto inicial de un millón de dólares. La apuesta del Sindicato era importante y arriesgada, pero el negocio que se abría ante sus ojos parecía seguro, y Siegel, al fin y al cabo, era un amigo de la infancia.

Sin embargo, en diciembre de 1946, la situación de Bugsy Siegel era muy delicada. Las obras del Flamingo aún no habían finalizado y el presupuesto del futuro templo del juego había ascendido a seis millones de dólares. Lógicamente, Bugsy comenzó a recibir presiones. ¿Por qué no se ponía en marcha el Flamingo? ¿Dónde había ido a parar el dinero entregado por la Comisión?

En todo ese tiempo, por supuesto, Meyer Lansky había estado velando por los intereses económicos del Sindicato, de modo que cuando Bugsy comenzó a tener problemas económicos para sacar adelante su proyecto, Lansky inició una investigación que diera un poco de luz al turbio asunto que se estaba llevando a cabo en Las Vegas. Y claro está, no tardó en dar con las respuestas.

Meyer Lansky descubrió que la amante y consejera de Siegel, Virginia Hill, quien hacía las funciones de decoradora y vicepresidenta del hotel, había estado desviando importantes sumas del dinero destinado al Flamingo a una cuenta secreta en un banco de Suiza, a la vez que se compraba una importante propiedad en Lucerna, cerca de Zúrich.  Lo que no había conseguido descubrir Lansky es si esta estúpida estafa se había estado realizando con el conocimiento de Bugsy, o si, por el contrario, también él era una víctima de la ambición de su amante.

El actual Hotel Flamingo en Las Vegas

Sea como fuere, cuando el 22 de diciembre de 1946 Meyer Lansky tomó la palabra en el Hotel Nacional de la Habana para presentar ante la Comisión la situación de Bugsy Siegel, su conclusión fue expeditiva. Después de exponer el caso ante los allí presentes, afirmó:

“Benny es como mi hermano, mi mejor amigo, y no debemos olvidar que Benjamín Siegel ha sido uno de los mejores de nuestro negocio; pero cuando sus amigos, sus mejores amigos, ya no pueden confiar en él, lo mejor es decretar su sentencia de muerte”.

No obstante, Bugsy Siegel aún tendría una última oportunidad. Aunque su cabeza pendía de un hilo, la Comisión decidió esperar a ver qué ocurría con el Flamingo. La propuesta vino por parte de Tony Accardo, el Padrino de la familia de Chicago. Cabía la posibilidad de que Siegel sólo fuera un estúpido enamorado que se había dejado engañar por su amante. Si la apertura del Hotel-Casino ideado por Bugsy era un éxito sin precedentes como todo parecía indicar, su promotor tendría la oportunidad de devolver con intereses los fondos perdidos. Merecía la pena esperar a ver cómo se desarrollaban los acontecimientos.

Presionado por el Sindicato, Siegel decidió inaugurar su Hotel por todo lo alto el 26 de diciembre de ese mismo año, pero tampoco en esta ocasión tuvo suerte. Las circunstancias jugaron en su contra. Para ello había contratado los servicios de un numeroso elenco de estrellas que amenizaran la velada de los asistentes, entre los que se encontraban el actor George Raft, el músico Xavier Cugat y el showman George Ressel, que haría las veces de maestro de ceremonias. Sin embargo, una fuerte lluvia asoló aquella noche Las Vegas y ninguna de las estrellas se presentó al acto. Sólo veinte personas cruzaron las puertas del mayor templo del lujo de todo el estado de Nevada.

Tras este fracaso, Meyer Lansky le expuso en crudo la realidad a su amigo. Si no se aclaraba rápidamente la cuestión del dinero perdido, su situación se vería muy comprometida ante la Comisión. Consciente del peligro en que se hallaba, Bugsy le pidió a Lansky un poco más de tiempo, al menos unos meses para obtener beneficios. Como estos no llegaron, Lucky Luciano y Tony Accardo decidieron concederle el “contrato” definitivo a Benjamín Siegel. El torpedo al que se le encargó el trabajo fue Carmine Galante, quien llegaría con el tiempo a ser jefe de la familia Bonanno.

La noche del 20 de junio de 1947, Benny Siegel se encontraba sentado en un cómodo sofá de la mansión que su amante poseía en North Linden Driven en Beverly Hills, Los Ángeles. En aquel instante estaba hojeando un ejemplar del Times mientras se tomaba un whisky. Sería lo último que hiciera en vida. Una bala disparada por un rifle de calibre 30/30 impactó en su ojo izquierdo provocándole la muerte inmediata. Poco después, cuatro balas más se alojaron en su cuerpo. Moría así quien había sido un miembro histórico de Cosa Nostra.

«Bugsy» Siegel asesinado

Tras la muerte de Bugsy, y gracias a la gestión de tres de los hombres de Meyer Lansky, Gus Greenbaum, Moe Sedway y Morrie Rosen, el hotel-casino Flamingo de Siegel y la ciudad de Las Vegas, en el estado de Nevada, se convirtieron en uno de los mayores negocios de la Cosa Nostra.

En 1991, el director de cine Barry Levinson llevó a la pantalla la vida de Siegel en la película Bugsy, en la que Warren Beatty encarnó al célebre gángster.

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Texto publicado en La Historia del Crimen Organizado, Agustín Celis Sánchez, Ed. Libsa, Madrid, 2009.

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