Página personal de Agustín Celis

Pensamiento radical

Tú que no puedes. Capricho de Goya

Tú que no puedes. Capricho de Goya

Siempre me gustó prestar atención a la gente que no piensa como yo. Sobre todo en cuestiones políticas. Los oía y los leía con interés. Escuchaba sus razones, cuando las había; razonaba sus argumentos, cuando los tenían. Incluso empatizaba con ellos y trataba de ponerme en su lugar, comprender por qué son como son y por qué piensan como piensan. A veces hasta jugaba a que era yo el que estaba radicalmente equivocado, y entonces buscaba maneras de convencerme de ello. Destilaba las opiniones ajenas, las dosificaba y me las administraba como un remedio. Como una medicina para mis limitaciones; para las carencias que no siempre soy capaz de reconocer. En ocasiones hacía curiosos hallazgos. Qué se yo… descubría otras posibilidades, nuevas maneras de pensar, líneas de razonamiento que habían permanecido ocultas o que habían pasado inadvertidas.

Pero últimamente no sé lo que me ocurre, doctor. No salgo de mi asombro y he perdido completamente las ganas de comprender y hasta de jugar. Las opiniones de los otros no me dicen absolutamente nada. Por favor, ayúdeme. De verdad que estoy muy confundido.Observo lo que ocurre y no entiendo nada. Me parece tan inconcebible que la gente siga apoyando a los partidos políticos tradicionales que no encuentro argumentos que justifiquen esa decisión. De verdad que temo haber llegado al límite, a un punto de no retorno, a ese lugar inhóspito y desierto que solo se puede cruzar en solitario.

¿Qué es lo que me está pasando, doctor? ¿Por qué se me ha secado el cerebro? ¿Por qué he perdido el interés? ¿Por qué no encuentro ya más razones que las mías? ¿Será posible que ya no haya otras?

Oigo a la gente hablar de PSOE, de PP, de IU… y la mirada se me torna sarcástica, aunque no digo nada. ¿Para qué? Advierto cómo todos se alían en la crítica al nuevo adversario político… y me entran ganas de vomitar. Pero ya no digo ni mu. ¿Para qué? Me quedo callado y los escucho sin pena ni asombro. Sin interés alguno. Con hartazgo ante una chachara que carece de todo: de fundamento, de inteligencia, de ingenio, de verdad…

Y no puedo evitar preguntarme en qué nivel de corrupción se encuentran todos ellos; en qué zona de podredumbre habitan sus convicciones.

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2 comentarios

  1. Pues no es por desanimarte, pero espera diez años más y verás. Digo diez por decir algo, pero ya me entiendes. Hace algún tiempo que estoy en ese desierto del que hablas. Según parece, se está llenando de gente. Bienvenido.

  2. Andrés González Ramírez

    Yo creo que, probablemente, lo que te pasa a ti es lo que nos pasa a todos. Simemente experimentas una de tantas limitaciones que las personas tenemos; tanto como colectivo como de manera individual.

    Y no es una crítica personal!, a mí también me pasa.

    Creo que tenemos la tendencia natural de enfocar los problemas sociales en personas o en colectivos determinados para simplificar los problemas y canalizar la rabia hacia algo concreto y potencialmente sustituible. Algo que nos de esperanzas de poder quitárnoslo del medio para dejar atrás una situación que nos angustia.

    No es más que un mero artificio de nuestra mente para no asumir que el problema actual va más allá de unos partidos políticos concretos. Acaso te olvidas de los banqueros? Y de parte de nuestra realeza?

    Todos tienen un denominador común: «el poder».

    Pero lo realmente terrorífico es percatarse que la falta de ética, moral, empatía, etc. hacia el prógimo es el denominador común de una sociedad malcriada en el primer mundo y su opulencia consumista.

    En España y en otros países manga, prevarica y utiliza opresivamente al que tiene por debajo una inmensísima mayoría. Solo es cuestión de oportunidad, cuanto más poder…

    En un mundo consumista globalizado ni los partidos de siempre son Satanás ni Podemos y Pablo Iglesias son el mesías salvador con la solución mágica.

    Todos forman parte de un esperpento en el que nos toca vivir.

    Que aparezcan estos partidos debemos verlo como una esperanza de un cambio de rumbo imprescindible, pero no seamos ilusos… Llevará mucho tiempo, tendrá que cambiar el mundo occidental y tendrán que pasar muchas cosas malas aun para que tomemos conciencia de que si la humanidad no se humaniza vamos a acabar autodestruyéndonos.

    Un abrazo.

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