Página personal de Agustín Celis

Como siempre en estas fechas

La Juventud de Baco

La Juventud de Baco, de William-Adolphe Bouguereau

Ahora me gustan mucho las vacaciones de Navidad, pero no siempre fue así. Durante bastante tiempo yo fui uno de esos duros de pacotilla que viven empeñados en desmontar los mecanismos del todo. Lo digo de forma rimbombante para subrayar lo ridículo de mi actitud, no crean. Supongo que tenía vocación de relojero. Estaba obsesionado con los resortes, los artificios, los trucos. En definitiva, vivía demasiado pendiente de las mentiras, queriendo siempre descubrirlas para luego detenerme en su estudio y disección. Pensaba que ese era el camino más corto para dejar de estar engañado. Y las fiestas navideñas, claro, eran una de las grandes mentiras. Es más, quizá fueran, para mi tonto escepticismo de entonces, la más perfecta y acabada representación de la mentira del mundo; un par de semanas en las que todos nos disfrazamos de espumillón para creer que vivimos en un lugar decente.

Con el tiempo, sin embargo, me he vuelto un firme defensor de los ritos de la tribu, y de sus grandes mistificaciones, por supuesto, que tan seguros nos hacen vivir. Me dirán que es una idea conservadora, lo sé. Pero qué quieren; también yo terminé aceptando una ocupación y me hipotequé de por vida con la compra de un piso; también yo me casé y tuve un hijo; también yo tengo algo que proteger y conservar.

Ahora no me causa el más mínimo sonrojo  reconocer que me emocionan estas fiestas. Y no me faltan motivos para ello. Soy consciente de la pequeñez que represento en el mundo, y sé perfectamente que lo que yo hago durante estas dos semanas de vacaciones, que es al fin y al cabo lo que hacemos todos, no es más que un eco o una prolongación de lo que viene haciendo el mundo entero desde la más lejana antigüedad en todos los confines de la Tierra: celebrar el final de un ciclo y el comienzo de otro, sin que importe el nombre que le demos o la forma con que lo revistamos.

Nosotros lo llamamos Navidad y luego lo llamaremos Nochevieja, pero en realidad festejamos, como se hizo siempre, los viejos rituales paganos alrededor del Solsticio de Invierno.

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2 comentarios

  1. Cristina Schaaf

    Me ha gustado mucho este artículo, con el que he tenido que sonreir, recordando también mi actitud militante de hace muchos años ! Ahora disfruto de las Navidades como parte de nuestras vidas y sencillamente de nuestra cultura.

    Felices Fiestas y Feliz Año Nuevo !!
    Un cariñosos saludo desde Alemania nevada.
    Cristina Schaaf

  2. Ana Celis

    Supongo que mi juventud no me deja ver lo extraordinaria que, según decís los mayores es esa festividad, en la que todos quieren portarse bien con todos, cuando la gente a la que hace y pico que no ves se acuerda de ti, o no.
    Lo cierto es que todos los años me veo envuelta en ese ir y venir de todos, esas visitas que se tienen que hacer (al menos a mi modo de ver por obligación) como si no hubiese tiempo en los restantes 350 días del año mas o menos de visitar a todo el mundo, ese prepareo de casa, que si el arbolito dentro de la casa, que si el portal del Belén, los espumillones, y un sinfín de tonterías que se le ponen al salón que no sirven de nada solo para acumular polvo y después tenerlos que recoger y ocupar sitio en el armario durante el resto del año, es por esto por lo que yo nunca hago nada de eso en esas fiestas, yo me limito a continuar mi vida como la vengo haciendo todos los días, eso si contando con que la noche del 24 la paso con la familia de mi novio y la noche del 31 con mis hermanos, en la que los dos días se prepara una barbaridad de comida que no nos comeremos, y después de pasadas esas fechas cada uno otra vez a lo suyo.
    La verdad no se que tienen de especial.

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